Este sábado, familiares de las víctimas del accidente aéreo en Brasil, que cobró la vida de 62 personas, incluyendo a un padre y su hija de tres años, enfrentaron un día de dolor y desesperación. El avión de la compañía Voepass se estrelló en Vinhedo, São Paulo, el viernes, dejando a los seres queridos de las víctimas sumidos en el dolor y la incertidumbre.
Adriana Ibba, madre de la pequeña Liz, de tres años, perdió a su hija y a su esposo, Rafael Fernando dos Santos, en la tragedia. “El dolor es inexplicable. Llora mucho pensando en cómo será su vida sin su hija”, relató Diego Máximo, amigo de la familia y padrino de la niña.
Adriana, periodista del Grupo de Comunicación Catve, compartió en redes sociales: “Día frío sin sonrisa. Que Dios te proteja y te guarde. Te amamos”, en un conmovedor mensaje en memoria de su hija y esposo, quienes viajaban de Cascavel a São Paulo para celebrar juntos el Día del Padre.
Rafael, quien trabajaba en el Ministerio Público de Santa Catarina (MPSC), había recibido numerosos elogios por su desempeño profesional. La tragedia dejó un vacío no solo en su familia, sino también entre sus colegas, quienes lo describieron como un profesional comprometido y eficiente.
Mientras tanto, en Cascavel, la Policía Científica de Paraná estableció un grupo de trabajo forense para recolectar material genético de los familiares y facilitar la identificación de las víctimas. A primeras horas del sábado, alrededor de 30 familias ya habían sido atendidas.
Juliana Chiumento, una doctora que debía abordar el vuelo accidentado, expresó su alivio y temor tras decidir cambiar su vuelo en el último momento. “Fue Dios quien me salvó, pero no tengo el coraje de subirme a la misma aerolínea”, comentó, todavía conmocionada por la tragedia.
La operación de recolección de muestras y documentos para la identificación de las víctimas continuará en los próximos días, mientras los familiares esperan noticias que les permitan dar un último adiós a sus seres queridos.
Cícero Bittencourt
O Globo/GDA